martes, 10 de julio de 2012

ELISABETH KUBLER ROSS . LA MUERTE UN AMANECER

La experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento. Es un nacimiento a otra existencia.  Morir significa, simplemente, mudarse a una casa mas bella.
Cuando se abandona el cuerpo se encuentra en una existencia en donde el tiempo ya no cuenta, o simplemente ya no hay mas tiempo...
Nadie puede morir solo, cada ser viviente viene acompañado de seres espirituales desde su nacimiento hasta su muerte...
En general eres esperado por la persona que mas amas. Y siempre la encontraras en primer lugar.  La muerte no es mas que un pasaje hacia otra forma de vida...
Se han abandonado las formas físicas terrenales por que ya no se les necesita.
Y antes de dejar nuestro cuerpo para tomas la forma que se tendrá en la eternidad, se pasa por una fase de transición totalmente marcada por factores culturales terrestres...
Cada uno tiene el espacio celestial que se imagina.
Te darás cuenta que éramos nosotros mismos nuestros peores enemigos...
Ahora sabrás que cuando nuestra casa ardió, que cuando nuestro hijo murió, que cuando nuestro marido fue herido, o cuando tuviste un ataque de apoplejía, todos estos golpes de la suerte eran posibilidades para crecer.
El morir no es necesariamente un asunto triste y terrible, se pueden vivir cosas maravillosas y encontrar muchísima ternura.
Esta vida terrestre que vivimos en nuestro cuerpo físico, solo representa una  pequeña parte de nuestra existencia global.
El factor tiempo no juega mas que un papel insignificante y de todas maneras esta basado en una concepción elaborada por el hombre, nada en la vida se debe al azar.
Se crece si no se esconde la cabeza en la arena; sino que se acepta el sufrimiento intentando comprenderlo no como una maldición o un castigo sino como un regalo hecho con un fin determinado.
La muerte es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continua experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo y en el que se tiene la posibilidad de seguir creciendo.
Una manera de no volver a tener miedo es sabiendo que la muerte no existe y que todo lo que nos sucede en esta vida sirve para un fin determinado... Dios no es alguien que castiga y condena.
El cuerpo que ocupamos pasajeramente en ese momento de la muerte y que percibimos como tal no es el cuerpo físico, sino el cuerpo etérico.
Si tan solo tuviéramos ojos para ver nos daríamos cuenta de que no estamos nunca solos, sino rodeados de seres que nos guían, nos aman y nos protegen. Hay veces en momentos de gran dolor, de gran sufrimiento o soledad, es que nuestra percepción aumenta  hasta el punto de poder reconocer su presencia.
Cada ser tiene un cuadrante físico, emocional, intelectual y espiritual. Si las personas pudieran aprender a desprenderse de los sentimientos desnaturalizados de ira, miedos, lagrimas no vertidas, se podría encontrar la armonía con el yo verdadero y las personas ser tal cual como deberían de ser.
Tomado del libro: La Muerte un Amanecer
Elisabeth Kubler Ross (Julio 1926 - Agosto 2004)
Adaptado por: Sandra Ximena Solarte Ch.
Psicóloga - Asesor Familiar de Duelo
Parque Cementerio 

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